Claves de la crisis (21.05.12)

Este escrito va destinado a las personas cuya profesión no está ligada al devenir económico y, por lo tanto, no tienen razón para conocer cómo funciona el sistema capitalista en su más básica concepción, pero que sin embargo, no por ello dejan de percibir sus efectos.

Existe una gran confusión que hace pensar a quien no conoce la economía real que la UE (Unión Europea) y su Euro, lejos de proporcionarnos bienestar, nos maltrata. Pues bien, veamos la diferencia existente entre el sistema alemán, -que es hoy día el que se impone en Europa-  y que comparten los países más sólidos de este continente. Para una mayor comprensión, lo compararemos con los países más frívolos en lo económico, entre los que nos encontramos, pero además buscaremos paralelismos con la economía familiar.

Alemania, como país ejemplo de tantos otros, del centro y norte de Europa, practica la austeridad desde que finalizó la segunda guerra mundial. En primer lugar, porque sus ciudadanos se vieron forzados a reconstruir un país totalmente arrasado y todo el que podía, después de cumplir con su horario de trabajo, dedicaba un par de horas a llevar a cabo trabajos de reconstrucción sin remuneración alguna. Todo ello, además de la ayuda del plan Marshall, facilitó la rápida recuperación de la RFA (República Federal de Alemania). Ese espíritu de sacrificio no solo dió como resultado lo que ya conocemos, sino que por añadidura educó a las siguientes generaciones en el ahorro en épocas de bonanza para hacer más llevaderas las crisis. Pero no olvidemos que aproximadamente un tercio de la actual RFA estaba inmersa en un sistema comunista cuyo fracaso muchos quieren olvidar, menos la Sra. Merkel, ya que fue educada en dicho sistema pues pertenecía a la RDA (República Democrática Alemana) y se ve que quedó escarmentada. En España, sin embargo, gastamos alegremente en épocas de bonanza provocando una recesión brutal del consumo a la mínima crisis, con una tremenda dependencia del crédito que conlleva a altos índices de morosidad. Es, por añadidura, la nación europea en la que no ha existido el más mínimo respeto al dinero público y es ahora cuando al palpar las dificultades de ese desbarajuste empezamos a darnos cuenta que “público” significa “de todos”, es decir, nuestros fondos .

Otro capítulo importante es la profusión alarmante de leyes que se fabrican en 18 Parlamentos; amén de normas y reglamentos, de Diputaciones y Cabildos, Municipios, etc. Una consecuencia más de este disparate es la ineficaz burocracia que produce. La llamo ineficaz porque lejos de prevenir irregularidades a lo que conduce es a una cada vez mayor corrupción. Por otra parte, el sistema es desmotivador, ya que el boicot a cualquier proyecto no implica ningún tipo de responsabilidad. Un eficaz sistema de inspecciones llevado a cabo por personas de probada solvencia y bien remuneradas, provocaría un efecto mucho mayor en el cumplimiento y en la rapidez de los trámites.

Es obvio que quien desconoce cómo funciona la economía capitalista no puede comprender que hayan épocas de derroche, donde todo es alegría y épocas en las que hay que prescindir de muchas cosas, y donde los que no se preparan para momentos de dificultad lo pasan muy mal. En sistemas independientes, como cuando dependíamos de la peseta, es mucho más fácil llevar a cabo maniobras de empobrecimiento generalizado con devaluaciones e inflación, ya que de esa manera los ciudadanos no perciben que se les mete la mano en el bolsillo sin discriminación alguna, afectando incluso a los pensionistas que no ven con la misma claridad que su poder adquisitivo se deteriora. La lucha contra la inflación y las devaluaciones no es otra cosa que velar por mantener el poder adquisitivo. Lo contrario, como ya he dicho, significa el empobrecimiento generalizado equivalente a una bajada de ingresos para todos. Según un informe divulgado en algunos medios alemanes: “Si Grecia regresara al Dracma, su antigua moneda, la devaluación inmediata sería del 50%, de manera que, para empezar, todos los ciudadanos griegos perderían automáticamente la mitad de su poder adquisitivo.”

Curiosamente cuando se habla de la banca somos extremadamente críticos, sin hacer excepciones e incluyendo a las Cajas de Ahorro, que era precisamente la parte del sistema financiero que estaba nacionalizada, es decir, en manos de políticos, que en su mayor parte no tenían conocimientos suficientes para ostentar dichos cargos y a quienes no se pedía nunca responsabilidades.

Otro aspecto que tenemos que contemplar son las razones por las que el crédito es más o menos caro: imaginemos que usted es un prestamista y se le ofrece alquilar su dinero a una persona de absoluta garantía por un periodo corto de tiempo, ambos condicionantes implican un pequeñísimo riesgo de cumplimiento, por lo tanto, el precio del alquiler debe ser bajo, pues de lo contrario el solicitante se irá a otro prestamista. Claro, que si usted no mueve su dinero, este perderá el valor de la inflación y no generará dividendos, por lo tanto es imprescindible hacer algo e invertirlo de alguna forma. Ahora bien, imaginemos que el demandante del alquiler (o préstamo como se suele decir) tiene una trayectoria arriesgada y el préstamo es a largo plazo, en ese caso es muy probable que usted no acceda a realizar la operación, pero supongamos que el solicitante consigue un aval y usted decide correr el riesgo, el importe del alquiler que usted requerirá, dado que el riesgo es sustancialmente mayor será proporcionalmente más alto. ¡Caramba! Qué coincidencia, la banca también actúa así.

Hay otra consideración que hacer: tomemos una familia de clase media en la que uno de sus miembros es muy activo y a base de sacrificios consigue unos ahorros importantes, además de una imagen intachable por lo que goza de amplio crédito. Hay también en la misma familia un botarate que malgasta su sueldo, no ahorra y es muy popular en el ambiente de copas lo que le lleva a un bajo rendimiento profesional y como consecuencia a quedarse sin empleo. Es muy posible que en aras a satisfacer al resto de la familia, el de mejor posición económica sea solidario con quien vive frívolamente, por ese motivo le ayuda en varias ocasiones hasta que finaliza el salario de desempleo, que también se costea con las aportaciones de personas que como su hermano aportan parte de sus ingresos a las arcas públicas. Aún así, la familia espera que quien más posee comparta con quien menos tiene. Por ese motivo el más “afortunado” está dispuesto a apoyarle pensando en la armonía familiar. En este caso, parece comprensible que se establezcan ciertas condiciones de austeridad y esfuerzo productivo para el receptor del fruto del buen gestor. En resumidas cuentas, o existe un compromiso de enmienda para evitar la dependencia o se rompe la baraja. Otra casualidad, esto se parece a la UE.

Nadie duda de  que las Cajas de Ahorro, con muy pocas excepciones, -solo recuerdo una-, han fracasado no solo en su labor fundamental de apoyo social, sino que el Estado para proteger a los que depositaron en ellas sus ahorros ha tenido que destinar a estas, ingentes cantidades de nuestro dinero. Pero ¿por qué? Pues porque sus Consejos no estaban en manos de expertos responsables conocedores del sistema financiero, sino por el contrario, en manos de políticos o amigachos de bajo perfil profesional. Aún así, todavía hay quien habla de nacionalizar la banca, posiblemente pensando en ocupar uno de esos puestos al contemplar que no se piden responsabilidades. No cabe duda, que hay personas que no tienen que sentirse aludidas, ya que al generalizar siempre se cometen injusticias individuales.

Para finalizar, pido una serena reflexión que nos permita contemplar el futuro pensando en que si todos cumplimos con nuestro deber y actuamos pensando en la conveniencia de tener buena imagen como pueblo, región y país, viviremos sin sobresaltos, con menos juerga pero también con menos angustia.

Sergio Alonso Reyes